Existen numerosas teorías sobre el origen de la Orden de Santiago, que hacen referencia a los diferentes años de fundación, siempre anteriores a la fecha documentada de 1170. En ellas se mezcla historia, tradición y leyenda, y se pierden en la oscuridad de los tiempos a causa de la ausencia de documentos.


AÑO 844. LA BATALLA DE CLAVIJO


En la Regla y establecimientos de la orden de 1652 podemos leer lo siguiente:


"Origen de la ínclita Orden de Santiago. De las fatigas de un contrario Marte, yace oprimido el español Ramiro, y usurpando el cansancio al dolor parte ya es voz del sueño lo que fue suspiro: cuando arbolando el bélico estandarte penetro lo interior de su retiro con luz ardiente el rayo Galileo, Augusto mayorazgo Zebedeo.  Al fulgor soberano se estremece, y antes que la atención despierta el miedo; el ínclito Jacobo fortalece su desmayo fatal con su denuedo: mengua el temor, la confianza crece, de Dios Ramiro reconoce el dedo, y el Apóstol patrón que le conforta así le anima cuando así le exhorta: "El indigno temor que te acompaña, trucca o Ramiro en generoso aliento, que un real corazón, hijo de España (si es que vive el temor) vive violento: Jacobo soy, que a militar campaña desciendo a ser del bárbaro escarmiento; por que tu diestra si una vez vencida con mil vidas restaure cada vida..."

RAMIRO I DE ASTURIAS Y LEÓN
"...y hablando primero del primer principio y origen de la Orden, podríamos, si quisiésemos (como algunos lo sienten) decir, que viene desde aquella donación tan celebrada del rey Don Ramiro a la iglesia de Santiago de Galicia, después de aquella señalada victoria que hubo de los moros, libertando a Castilla del malvado tributo que sobre sí tenía…."

Es evidente que se está haciendo referencia a la fundación de la Orden por el Rey de Asturias y León desde 842 a 850,  Ramiro I ( ☼ Oviedo, 790- † Oviedo 850) tras la batalla de Clavijo, (23 de mayo del año 846), sucesor en el trono de su tío Alfonso II El Casto (muerto en 842).

El tributo de las 100 doncellas

En el año 783, Mauregato (hijo bastardo de Alfonso I de Asturias) había tomado el trono asturiano con la ayuda de Abderramán I, con quien se compromete al pago de un tributo de cien doncellas vírgenes (cincuenta hidalgas y cincuenta plebeyas), en agradecimiento por su colaboración. Mauregato fue asesinado cinco años después, en 788 por los nobles Don Arias y Don Oveco, en represalia por haber otorgado a los moros tan humillante tributo. El rey Bermudo I, su sucesor, quiere acabar con el tributo, sustituyéndolo por un pago en dinero. A Bermudo le sucede Alfonso II el Casto (791–842), quien rechaza también el tributo en dinero, y entra en batalla con los moros para evitar su pago, venciendo en la batalla de Lutos y matando al capitán moro Mugait, con lo que consigue su propósito.

Posteriormente, el emir de Córdoba, Abderramán II, en tiempos del rey Ramiro I de Asturias, exige de nuevo el tributo de las cien doncellas que tenían impuesto con anterioridad al rey astur Mauregato. El rey leonés, hallándose en una situación militar de franca debilidad —y tras consultar con sus consejeros— acabó aceptando reanudar el pago del tributo de las cien doncellas pues consideró que era menos malo que una invasión catastrófica de su reino. Al igual que en tiempos de Mauregato, los heraldos del rey comunicaron a los habitantes de las villas del reino su obligación de seleccionar un número determinado de doncellas para luego enviarlas a todas juntas a Córdoba.

Los regidores de un pueblo de Valladolid decidieron cumplir con la terrible obligación que se les imponía, pero también decidieron demostrar a su rey y al emir de Córdoba su enorme disgusto y la decisión de que no pudieran los poderosos aprovecharse completamente de ellos.
Por ello enviaron a las siete doncellas que les habían asignado… pero con la mano izquierda cortada. Aquel terrible gesto de desafío hizo famosos a aquellos lugareños, y con el tiempo daría nombre a la villa de origen de esas siete doncellas: Simancas. Al recibir ese lote mutilado el emir Abderramán se indignó, rechazó a las doncellas, y exigió la entrega de otras siete. Ante la nueva situación, y la divulgación del gesto valiente de los habitantes de Simancas, el rey Ramiro I entendió el gesto de sus vasallos y reaccionó, negándose a aceptar esa exigencia.

A continuación llamó a sus mesnadas para defender su reino de la probable invasión musulmana. Como era previsible, el ejército musulmán se dirigió hacia el norte, entregándose de camino al saqueo y la rapiña,  para someter a los cristianos y obligarles a cumplir con el tributo acordado.

Cuando las tropas cristianas, en minoría, llegaron a Albelda, se enfrentaron al ejército musulmán y fueron obligadas a retirarse.
El Rey Ramiro había acampado con sus extenuadas tropas el 22 de mayo del 844 en las laderas de los montes Laturce y Clavijo. Allí fue donde Ramiro se quedó dormido. En sueños se le apareció el apóstol Santiago, y le comunicó que no se rindiera porque al día siguiente acudiría en su ayuda.

EL CASTILLO DE CLAVIJO CON LA CRUZ DE SANTIAGO
La Crónica del Rey Alfonso X el Sabio habla de este hecho: "E los moros quando sopieron aquello, allegaronse todos en uno contra éste fueron muchos e demás e hovieron con él su batalla en un logar que dicen Alvella, e los Christianos hovieron lo peor de la batalla: e fueronse venciendo e tornando las espaldas poco a poco a los moros, fasta que llegaron a un collado a que dizen Clavijo e tomoles allí la noche… e faciendo sus oraciones adurmiose el Rey Don Ramiro, e vino a él el Apóstol Santiago…"

En la obra de Joseph González de Texada (1702) "Historia de Santo Domingo de la Calzada, Abraham de La Rioja", hace, entre otras, esta referencia respecto a las palabras que el Apóstol dijo al Rey Ramiro I: "… Esfuerçate, y ten mucha confiança, que ciertamente yo seré en tu ayuda, yá a la mañana con el poder de Dios, vencerás la innumerable multitud de los Moros, que te tienen cercado… Y por que sobre esto no aya duda, vosotros, y los Moros me vereis manifiestamente en un Cavallo blanco, de blanca y grande fermosura y tendré un Pendon blanco, y recibireis penitencia, y después de celebradas las Misas, y recibida la Comunion del Cuerpo y Sangre del Señor, armada vuestra campaña, no dudeis de acometer á las bazes de los Moros, llamando el nombre de Dios, y el mio, que sabed por cierto, que los Moros caeran punta de espada".
Iniciada de nuevo la lucha, Santiago, acompañado de un gran ejército de ángeles, se apareció al ejército cristiano ayudándoles a lograr de ese modo una clamorosa victoria.

Muy agradecido por el auxilio, Ramiro I estableció el Voto de Santiago. Éste consistía en la realización de un juramento por el que a partir de entonces el ejército del rey reservaría al apóstol una parte del botín que se obtuviese de los moros en todas las batallas que se celebrasen. También se refiere el párrafo de la Regla cuando dice "aquella donación tan celebrada" al Voto de Santiago, que es el nombre del compromiso que supuestamente se adquirió por los cristianos de los reinos de Asturias, León y Castilla por la victoria de Clavijo, y que consistía en el pago de un diezmo más de cereal, -incrementando lo ya debido a la iglesia en concepto de diezmos y primicias-, que donarían todos los campesinos de un territorio gigantesco que comprendía desde Galicia hasta la Rioja, y cuyo beneficiario sería el arzobispado de Santiago.

SANTIAGO MATAMOROS (OBRA DE JOSÉ FERRER CLAUZEL)
Esto suponía considerar a Santiago como un caballero más, pues al incluírsele en el reparto del botín se promovía ulteriores apariciones del Santo en los escenarios bélicos. Según distintas crónicas, el apóstol prestó su providencial brazo en otras batallas contra infieles. Se cree que se trató de Santiago el caballero desconocido que sorpresivamente ayudó a los cristianos durante los asedios de las ciudades musulmanas de Coímbra (Portugal) y Mérida. También se cree que fue Santiago el caballero blanco que tuvo una brillante actuación durante la batalla de Simancas; aunque en esa ocasión estuvo acompañado por otro caballero desconocido, que por algunos indicios se identificó con su homónimo “castellano”: San Millán.
A tenor de este relato se iría configurando una imagen especial del Santo en los siglos posteriores que, sin abandonar del todo sus atributos de apóstol y peregrino, subrayaría su aspecto guerrero dando lugar a las iconografías de Santiago Peregrino y Santiago Matamoros respectivamente.
Clavijo sería así la primera referencia episódica de la versión de Santiago Matamoros y como tal se representa por primera vez en el tumbo B de la catedral de Santiago de Compostela en el año 1326.

AÑO 983

A finales del siglo pasado se descubrieron nuevos documentos, falsos según José Luis Martín, que se han utilizado para ratificar la teoría de que la Orden nació en una época anterior a 1030. En 1889, Luis Gómez y Fernando Mon dieron a conocer un testamento redactado en 983 por Fernando Arias Noguerol, caballero "de los primeros que instituyeron la Cofradía de la Espada que hoy es la Orden Militar de Caballería de Santiago". Los errores de este documento, advertidos ya por Bernardo Barreriro en su obra "El testamento de Fernando Arias Noguerol", "Galicia diplomática", IV (1884), Págs. 321-322, no impidieron que éste lo aceptara como auténtico, con lo que se reforzaba la teoría del origen antiquísimo de la Orden.

AÑO 1030

Según podemos leer a José Luis Martín en su obra "Orígenes de la Orden militar de Santiago 1170-1195", existe un documento de 1030, según el cual el rey Fernando I de Castilla y León dispuso que los bienes del primer caballero de la Orden de Santiago que muriese fueran a parar al convento de Sancti Spiritus de Salamanca. Pero parece ser que el documento es falso. En 1030, Fernando I no era rey "de Castilla, León Galicia y Portugal", y mucho menos señor de Vizcaya, como aparece en el documento, y ni siquiera estaba fundado el convento de Sancti Spiritus. En este documento se han basado cuantos hasta finales del siglo pasado afirmaron la existencia de la orden en una época anterior a 1030; para localizar la fecha exacta del nacimiento de la Orden otros historiadores carecían de documentos, por lo que se limitaron a decir que ya existía en 1030, y otros lo retrasaron hasta el descubrimiento del sepulcro del apóstol o hasta la batalla de Clavijo como hemos visto anteriormente.

AÑO 1170. LOS FRATRES DE CÁCERES Y LA FUNDACIÓN DE LA ORDEN

Es el año documentado de la Fundación de la Orden. Dos de los historiadores más importantes sobre la Orden de Santiago, José Luis Martín y Derek W. Lomax, coinciden en fechar el nacimiento el 1 de agosto de 1170. Esta fecha, podemos leer en la obra de Martín, nos la da un documento redactado en diciembre de ese año, "eo anno quando cepit esse illum summum Ordinem de Cáceres".

La tesis más aceptada es que el origen de la Orden de Santiago se constituye a raíz de los sesenta años de luchas intermitentes entre moros y cristiano por la posesión de Qazires (que es como los musulmanes llamaban a la ciudad de Cáceres).

ESTATUA DE GERARDO GERÁLDEZ 
JUNTO AL CASTILLO DE VALVERDE
(PORTUGAL)
Desde la batalla de Zalaca en el año 1086, la ciudad estaba ocupada por el imperio almohade hasta 1165, cuando fue conquistada por sorpresa por un grupo de mercenarios portugueses liderados por Gerardo Geráldez,  a quien, por su intrepidez, apodaban Sempavor (que en castellano quiere decir “sin miedo”). Sus acérrimos enemigos musulmanes le llamaban “El Perro”, en tanto que los castellanos le temían y admiraban por sus hazañas. Poco se sabe de sus orígenes, pues no era de familia noble; su temible fama se la ganó por sí mismo, por sus actuaciones guerreras contra cristianos y almohades a los que consiguió tomar en los siguientes años numerosas plazas fuertes: Montánchez, Monfragüe, Trujillo y Santa Cruz de la Sierra, hasta llegar a sitiar Badajoz en 1169.

Ante la imposibilidad de dominar sólo con sus fuerzas la ciudad, Geraldo pidió ayuda a su rey, Alfonso de Portugal.
Ante esta expansión portuguesa, Fernando II de León temeroso del poder que el rey portugués iba alcanzando y molesto por la anexión de territorios que según el Tratado de Celanova de 1160 firmado por ambos reinos, y en el que quedaba establecida la frontera en el río Coa, pertenecerían al reino de León, pacta con los almohades y acude en auxilio de Badajoz.

Vencido Alfonso de Portugal, tuvo que renunciar a esta plaza y entregar Cáceres al rey leonés. Geraldo fue hecho prisionero y sólo recobró la libertad tras entregar al noble castellano Fernán Ruiz de Castro, al servicio del rey leonés, las plazas de Montánchez, Monfragüe, Trujillo, y Santa Cruz.

FERNANDO II DE LEÓN
(MUSEO DEL PRADO). MADRID
De vuelta a su reino, Fernando II, el obispo de Salamanca, Pedro Suárez de Deza, y un grupo de 13 caballeros, -en recuerdo de Jesucristo y los doce apóstoles- de la alta nobleza del reino de León, fundan en el año 1170, para proteger Cáceres de un intento de reconquista musulmana, la Congregatio de Cáceres, también llamada los Seniores de Cáceres o los Frates de Cáceres, también conocidos como los Caballeros de la Espada.

Este grupo de caballeros estaba encabezado por Pedro Fernández Hurtado de Fuentencalada, descendiente de los reyes de Navarra, por línea paterna, y de los Condes de Barcelona, por la materna. Tras participar en 1146 en las tomas de Baeza y Almería, parece que peregrinó a Tierra Santa y conoció la existencia de los cruzados. A su vuelta se dispuso a crear en la Península una orden similar a la del Temple.
Del resto de caballeros intervinientes en la fundación destacan: Pedro Arias, el conde Rodrigo Álvarez de Sarriá, Rodrigo Suárez, Pedro Muñiz, Fernando Odoarez, señor de la Varra y Arias Fumaz, señor de Lentazo.

Según relata la bula fundacional, estos caballeros, arrepentidos de la vida licenciosa que hasta entonces habían llevado, se habían unido previamente bajo unos mismos Estatutos y decidieron formar una congregación para defender a los peregrinos que visitaban el sepulcro de Santiago Apóstol en Galicia y para guardar las fronteras de Extremadura.

EN LA ACTUALIDAD SÓLO SE CONSERVA 
LA CAPILLA DEL MONASTERIO DE LOIO
Tras la pérdida de Cáceres, parece ser que Pedro Fernández trató de encontrar una comunidad religiosa que se ocupara de la asistencia espiritual de los Fratres, y la encontró en los canónigos regulares de San Agustín en el convento llamado de San Loyo ó San Eloy, cerca de Compostela; los guerreros se comprometían a proteger el sepulcro de Santiago de Compostela y a los peregrinos que iban hacia esa ciudad, en tanto que los religiosos se convertían en capellanes de los caballeros, les dirigían espiritualmente y les administraban los sacramentos.  Por su parte, los caballeros adoptarían numerosas obligaciones religiosas que les asemejaban a los monjes; estas nuevas normas incluían el voto de pobreza pero no el voto de castidad, pues algunos de ellos ya estaban casados.

El calendario de Uclés concreta más esta fecha y nos dice que la Era MCCC VIII et quoto kalendas augusti institutos est Ordo Beati Iacobi, es decir el 1 de agosto de 1170 se creó "oficialmente" la Orden por el rey Fernando II de León, que conquistó en ese mismo año la ciudad y la entregó en donación a la Orden. Fueron aprobadores de la orden Don Cerebruno arzobispo de Toledo y Don Pedro, arzobispo de Santiago; Don Juan, Don Fernando y Don Esteban, obispos de León, Astorga y Zamora y el legado pontificio, Jacinto.

Desde sus primeros días fue una sociedad religiosa: se hace referencia a ella con gran respeto en un documento particular de diciembre de 1170 como "illum summum ordinem", y sus primeras adquisiciones son dadas "Deo et universis fratribus de Castes".
DONACIÓN DEL CASTILLO DE UCLÉS (CUENCA)
POR ALFONSO VIII AL MAESTRE PEDRO FERNÁNDEZ.
(TUMBO MENOR DE CASTILLA)
El 31 de Enero de 1171, el maestre y fundador, Pedro Fernández llega a un acuerdo con el Arzobispo de Santiago: D. Pedro, que pasa a ser freile honorario de la Orden, y a cambio recibió al Maestre como canónico honorario de Santiago, y a los freiles como vasallos y caballeros del santísimo Santiago Apóstol, para combatir bajo el poder de Cristo por el honor de la Iglesia y la propagación de la Fe: "vasallos et in milites beatissimi Iacobi apostoli sub Christo militaturos in uexillos Sancti Iacobi ad honorem eius ecclesie et fidei amplificationem".

El Arzobispado, les facilitó adiestramiento,  apoyo y armas, dio a los freyles un estandarte de Santiago, prometió ayudarles con buen consejo, armas y tropas, y les regaló algunas rentas de su catedral en ciudades extremeñas; a cambio, los freiles prometieron  ser caballeros y vasallos de Santiago. Desde febrero hasta septiembre de 1171 desaparecen progresivamente de la documentación las menciones de los fratres o Militium de Cáceres, sustituidas por la referencia Milicie Iacobitane.

En 1172 se había extendido a Castilla. Caballeros de Ávila se agregaron a su Regla. La aprobación pontificia fue del Papa Alejandro III, con el fin de que fueren criados en temor a Dios "y para remedio de la flaqueza humana, se permite el matrimonio a los que no pudieran ser continentes; guardando a la mujer la fe no corrompida y la mujer al marido, porque no se quebrante la continencia del tálamo conyugal, según la institución de Dios y la permisión del Apóstol San Pablo".
En Arévalo, el 9 de enero de 1174 el rey Alfonso VIII de Castilla  celebró un acto solemne por el que le entregó al Maestre Pedro Fernández de Castro el castillo y la villa de Uclés (en Cuenca) para que fueran su sede. A partir de entonces los santiaguistas dejan de estar exclusivamente en el reino de León.

1175. LA APROBACIÓN DE LA ORDEN.

El 5 de julio de 1175, el papa Alejandro III aprueba la bula fundacional de la Orden, que sería el punto de partida fundamental de la "Regla" de la Orden, el documento básico para entender toda la organización santiaguista (origen, miembros, votos, fines, organización, posesiones, etc.)

Sobre la aprobación de la Orden, la Regla de 1655 dice los siguiente: " vino en aquel tiempo a España Por legado del Papa Alejandro el Cardenal Don Jacinto, y los susodichos Freyles Cavalleros salieron a recibirlo en entrando a España, y agradárosle, y sirviéronle mucho, y a ruego de los Arçobispos, Obispos y Prelados ya dichos, el dicho legado aprobó la Orden de la manera que el poder que traía lo permitía; y quando se huvo de ir de España, llevó consigo al Maestre Don Pedro Fernández de Fuente Encalada, y muchos Freyles Cavalleros y canónigos y presentólos delante del Papa, y diole razón de todo lo que para su religión y buen gobierno della pretendían y suplicóle se la confirmase.

EL PAPA ALEJANDRO III
Y luego el Papa confirmó la orden, y privilegióla y probóla sus constituciones como más largamente en la Bula de confirmación parece y hizo essenta la Orden y el lugar donde fuese cabeça de ella, que aun hasta entonces no estava determinado ni savido donde avía de ser."

            Este relato sobre la fundación de la Orden, aparece en el prólogo de la Regla, escrito en el último cuarto del siglo XII, cuenta como los fundadores de la Orden, un grupo de nobles hispánicos, tocados por la gracia del Espíritu Santo, abandonaron sus vicios y tomaron la cruz y la enseña de Santiago para defender la Iglesia y vencer a los moros. Se propusieron no luchar más contra los cristianos, abandonar las vanidades del mundo, vivir de acuerdo con el Evangelio y combatir por Dios contra los infieles. Los Arzobispos de Toledo, Santiago y Braga, y los obispos de León, Astorga y Zamora aprobaron su decisión, y el legado papal, Cardenal Jacinto les recibió como hijos de la Iglesia romana en mayo de 1173, cuando se lo pidieron los reyes de León, Castilla y Aragón y el obispo de Salamanca, Don Pedro Suárez de Deza, en quien el Cardenal confiaba mucho. Luego el Maestre don Pedro Fernández fue a la curia romana donde obtuvo la Bula de protección para la Orden y probablemente ofreció el borrador de la Regla al Papa Alejandro III para su consideración. Después de muchas discusiones, el Papa decidió confirmar la Regla, y el Maestro Alberto, canciller papal, dictó la confirmación, pero no fue hasta el 5 de julio de 1175 cuando la cancillería papal promulgó la primera confirmación general de la Orden, aprobando su Regla, y tomando a sus freiles y bienes bajo la protección de San Pedro.

La Orden de Santiago presentó desde su fundación rasgos originales que la distinguieron del resto. Fue la orden militar hispánica con orígenes más claramente laicos, la única castellano-leonesa que adoptó la Regla de San Agustín y no se afilió a ninguna otra orden religiosa -frente a las otras que adoptaron la regla benedictina y se afiliaron al Císter- y aquella cuyos fines parecen diversificarse desde un origen para abarcar funciones plurales que fueron más allá de la exclusiva dedicación militar, aunque ésta siempre ocupó un lugar central. Además fue la primera orden religiosa en la historia de la Iglesia que permitió que parte de sus miembros de pleno derecho estuvieran casados y la única orden militar peninsular que aceptó desde su inicio una presencia institucionalizada de mujeres.


Bibliografía 

• La Regla y establecimiento de la Orden de la Cavallería de Sanctiago del Espada, con la hystoria del origen y principio della. Antonio Ruiz de Morales y Molina. 1655. Secretariado de publicaciones de la Universidad de León. 1998. 
• Compilación de las Leyes Capitulares de la Orden de la Cavalllería de Santiago del Espada. 1605. Biblioteca Nacional. Madrid. 
• La Orden de Santiago. (1170-1275). Derek W. Lomax. CSIC. Escuela de Estudios Medievales. Madrid. 1965. 
• Orígenes de la Orden Militar de Santiago.(1170-1195). José Luis Martín. CSIC. Barcelona. 1974. 
• Las Mujeres de la Orden militar de Santiago. María Echániz Sanz. Junta de Castilla y León. 1992. 
• La Orden de Santiago en la Corona de Aragón. Regina Sainz de la Maza Lasoli. Institución Fernando El Católico. Zaragoza. 1980.
• La Orden de Santiago. La prestigiosa milicia de ricoshombres religiosos. Jesús de las Heras. Edaf. Madrid 2010.
• Crónica de las tres Órdenes y Cavalllerías de Santiago, Alcántara y Calatrava. Francisco Rades de Andrada.
• Vida del venerable fundador de la Orden de Santiago y de las primeras casas de redención de cautivos. José López de Agurleta.1731. Madrid.